«No puedo hacerlo». «No voy a ser capaz». «Si tuviera más recursos…» Estas y otras afirmaciones similares son las que acuden a nuestra mente cuando nos enfrentamos a algún reto complicado de conseguir. Como vimos en nuestro anterior post, Cómo introducir un nuevo hábito y mantenerlo, lo que diferencia a las personas que consiguen vencer estos obstáculos de aquéllas que se sientan o terminan dando la vuelta, es que las primeras saben sacar lo mejor de sí mismas y usarlo en beneficio de sus propios logros. Hoy veremos con qué herramientas han vencido a sus limitaciones tres personajes tan diferentes y parecidos a la vez.
La creatividad de David Aguilar.
Cuando a David le diagnosticaron «Síndrome de Poland», una enfermedad que le provocó una malformación en el pectoral derecho y que le afectó al desarrollo completo de su antebrazo y mano, nunca pensó en abandonar sino en buscar una solución a ese reto físico que el destino interpuso en su camino.
Comenzó a pensar en que las piezas de Lego con las que jugaba podían sustituir al brazo que le faltaba y tras 9 años de dedicación ha logrado culminar esta obra maestra. Hoy, con los 18 cumplidos, puede coger objetos e incluso hacer flexiones, aunque reconoce que aún no puede sustituir a una prótesis de las que existen en la actualidad.
Una vez más, David ha vencido a un Goliat disfrazado de limitación, con pasión, esfuerzo y sobre todo con mucha creatividad e imaginación. El próximo reto que tiene en la cabeza es convertirse en ingeniero aeronáutico y montar una empresa donde se diseñen prótesis con piezas de lego.
No hace falta tener una limitación física para poner toda tu creatividad al servicio de la búsqueda de soluciones. Por muy locas que te parezcan las ideas que te vengan a la cabeza, ¡no las deseches! Hace 10 años nadie se hubiera creído la historia de David.
La actitud positiva de Teresa Perales.
Con tan solo 19 años, Teresa comenzó a sentir los primeros dolores en sus piernas, esas mismas que la llevaron a tantos y tantos lugares de su Zaragoza natal. Le siguieron infinidad de pruebas médicas y visitas a centros hospitalarios, hasta que se confirmaron los peores pronósticos: había perdido la movilidad desde los pies hasta la cintura a causa de una neuropatía, lo que la dejaba paralizada de cintura para abajo y con una silla de ruedas como compañera de por vida. Sin duda no era el guion previsto para esta joven de espíritu luchador, optimista y con una gran lista de sueños aún por cumplir.
Recuerda que al principio no dejaba de mirarse los pies, esperando que volvieran a moverse, hasta que un día, «ese día tan importante para ella y para la natación española», decidió dejar de hacerlo, salió a la calle y comprobó que podía seguir haciendo cosas, cumpliendo metas y lo que es más importante, viviendo.
Decidió ser nadadora, animada por un entrenador que le dijo «eres buena, puedes ganar», se agarró a eso y a base de mucho sacrificio, horas de entrenamiento y una sonrisa perenne hoy no solo es la máxima referencia del medallero paralímpico español y mundial, sino que ha conseguido otros logros personales como ser política, escribir un libro o lo más importante para ella, ser madre.
Pudo decidir quedarse postrada en su silla y pasar así el resto de sus días, quejándose por su infortunio y soñando con lo que la otra Teresa podría haber alcanzado. Pero no. Siguió firme con sus deseos, no le importaron sus limitaciones y fue directa por el camino más difícil: aquel por el que transitan las personas que quieren ser congruentes con ellas mismas. No es camino llano, ya que no se permite la culpabilidad, ni siquiera buscar excusas en los demás. Como hizo Teresa, aquí solo vale mirar hacia delante, apretar los dientes y en los momentos duros...sonreír.
La confianza de Marc Gasol.
Para nuestro flamante pívot internacional, estrella de los Memphis de Grizzlies no siempre ha sido todo color de rosa. Ha habido momentos en su vida, en donde Marc se ha sentido desconectado, apartado, ignorado e incluso menospreciado y ha tenido que combatir todo esto con mucho talento (que le sobra) pero principalmente a base de trabajo y grandísimas dosis de confianza en sus posibilidades. Solo así ha logrado convertirse en el jugador que es hoy.
Una de esas ocasiones fue cuando Marc jugaba en el equipo del Instituto de Memphis y su hermano Pau lo hacía ya en la NBA. Mientras el hermano mayor era la estrella del equipo y el referente absoluto de la selección de nuestro país. Marc tan solo era un joven adolescente con sobrepeso y al que parecía importarle poco el deporte profesional.
Tanto era así, que los emisarios del FC Barcelona que fueron a USA para verle en acción se volvieron con un informe negativo, alegando que solo habían visto a un chico gordo y con nulas posibilidades de convertirse en jugador profesional.
A partir de ese día el pequeño Marc, comenzó a batir todos los records de puntuación y rebote que estuvieron a su alcance. Se convirtió en el mejor jugador de la liga, con unos promedios anotadores que hicieron que la grada del pabellón se quedara pequeña. Todos en Memphis querían verlo a él.
Y es que cuando nadie confía en ti, solo te quedan dos opciones. Darles la razón o mirarte al espejo, sonreír y comenzar a sacar todo lo que llevas dentro.
Gracias a que Marc tomó esa opción y que no escuchó a los que le decían que no valía, hoy es uno de los jugadores más valorados de la NBA.
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