Sé lo que es quedarte sin trabajo. Sé lo que se siente cuando tu jefe te mira de reojo y entre una montaña de justificaciones acierta a decir que ya no cuentan contigo. Sé lo que es no tener ganas de levantarte más. Pero también descubrí de todo esto, la manera de vencer al pesimismo y la desesperación. Desde luego no es agradable estar sin trabajo y ojalá no se dieran nunca estas situaciones.
Pero las cosas pasan. Y tú no tienes control sobre ellas. Pasan, sin más. La clave es lo que tú estás dispuesto a hacer a partir de ese momento y qué aprendizaje sacas. Puedes optar porque ese pequeño detalle del día condicione de forma gris y melancólica el resto de la semana, mes o de tu vida entera, anclándote en ese recuerdo que te impide avanzar con ilusión hacia un futuro lleno de nuevas posibilidades, con una única conclusión: No estás capacitado. No vales.
Cuando comenzamos a responsabilizar de nuestra situación al entorno, a la crisis y a la sociedad entera, es un claro síntoma de que para ti la empleabilidad es un derecho. El deber le corresponde a «los otros», ya que son ellos los que deben darte otra oportunidad, los que deben volver a confiar en ti, los que deben levantarte el ánimo y deben reconducirte en las estrategias que estas siguiendo.
La misma situación laboral puede vivir otra persona, pero contándose una historia completamente distinta. En este caso, no será victimista, ni le condicionará el resto de su existencia. Por el contrario, lo primero que hará será extraer un aprendizaje que le sirva para crecer a nivel profesional, poniendo el foco de la responsabilidad en él mismo.
¿Qué he podido hacer en estos últimos 6 meses para que me despidan? ¿Qué he dejado de hacer? ¿Qué ha hecho mi compañero para conseguir que no le despidan a él? ¿Si pudiera retroceder 6 meses, qué haría diferente? ¿Qué beneficios le he aportado a la empresa? Estos son algunos ejemplos de preguntas que podemos hacernos para trabajar nuestra propia responsabilidad de una manera proactiva, con la finalidad de aprender de lo que nos ha sucedido y mejorar desde ese mismo día.
A partir de este momento, la persona proactiva, se centra no en los problemas que tiene (lo han despedido, eso es un hecho y no puede evitarlo) sino en sus propios recursos y habilidades, ya que es ahí donde tiene verdadera influencia y poder de decisión. Por tanto, todos sus esfuerzos y energía vital irá destinada a obtener un nuevo empleo, resaltando todo su potencial, fortalezas y aprendizajes basadas en las experiencias vividas.
Por tanto, no va a responsabilizar de su situación a su jefe ni a la sociedad, sino a sí mismo. Y eso le va a permitir encontrar las respuestas dentro de él para reforzar las posibles carencias formativas o emocionales. En estas personas la empleabilidad no solo será un derecho, que lo es, sino que también se convierte en un deber, que responde a la actitud firme y decidida con que responden a un revés inesperado de la vida.
Y tú, ¿Cómo prefieres ver la vida?
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