Antes de nada quería agradecer  sinceramente la participación en este blog de algunos de los profesionales con los que he tenido la gran fortuna de rodearme, convivir, conversar y compartir ilusiones. Espero que disfrutes de todo lo que van a aportarnos fruto de sus vivencias, conocimientos, experiencias y formas particulares de ver la vida. Aquí hay sitio para todos.

También quería aprovechar para recordar a todas las personas que me han acompañado en algún momento de este camino. Mi familia, amigos, formadores, personas que me han ayudado y aportado los conocimientos y energía necesaria para llegar donde estoy hoy. ¡Gracias!

Por último, quería destacar el papel protagonista que han desarrollado las personas más importantes de mi vida: mi mujer y mi hijo. Por ellos empezó todo y sin ellos esto no hubiera sido posible. Gracias por vuestra paciencia y apoyo incondicional.

Y ahora sin más demora…¿Cómo entra tu hijo al cole?.

Es una escena que contemplo a diario. El ver  a cientos de niños entrar de forma atropellada por la puerta de su colegio en dirección a cada una de sus aulas es algo digno de analizar.

Y es que el observar cómo camina en dirección a su clase es una manera más de conocer a tu hijo. Te ayudará a  encontrar esa forma personalizada de motivarlo y a proyectar todos los ingredientes que componen su esencia a un futuro cada vez menos lejano para empezar a dibujar ese adulto que quieres lograr de él.

Hay niños que entran en solitario, casi arrastrándose, con el peso de los libros anclado en sus hombros y reflejando en sus rostros mañaneros la independencia, reflexión y sosiego que habita en su ser. No hablan, no responden y por supuesto no preguntan nada a nadie. Se limitan a caminar en la misma dirección que todos los días,  mezclándose entre la multitud de carteras y gargantas que inunda a esas horas el patio principal.

Otros, en cambio, pasan como si fueran una manada de elefantes en estampida. Corren sin apenas apoyar los pies en el suelo con la única meta de ser los primeros de la fila. No se hablan, solo existe entre ellos un lenguaje de signos que termina cuando el portero de forma inconsciente da la señal abriendo la valla de una nueva epopeya. Me resulta curioso que a la primera ocasión que le brinda el día, estén ya dispuestos a competir.

Y un grupo intermedio, entran charlando amigablemente, observando cada detalle que pasó desapercibido a los demás, a los que miraban al suelo y a los que pasaron volando. No le interesan las prisas, las carreras, pero sí parecen fomentar desde su entrada aspectos como la participación, colaboración y comunicación.

En cualquier caso me parece interesante observar estos detalles porque si tu hijo es de los que entran corriendo, te será más fácil motivarle para que haga algo en casa si se lo planteas como una competición, que si lo haces como una obligación.

Pero el mismo tono competitivo no creo que funcione con tu hijo, si es de los que habitualmente pasea tranquilamente en dirección a clase, sin más prisa por llegar que la seguridad que le da el que va a conseguirlo. Igualmente podrás aplicarlo para entender por qué motivo tu hijo no se encuentra cómodo en una determinada situación.

Y como punto final de este Coeduconsejo me gustaría recalcar la importancia que tienen las palabras en nuestra forma de actuar, sobre todo si estas provienen de nuestro padre o madre.

¿Qué últimas palabras le dices a tu hijo cuando te despides de él?

Te animo a que las recuerdes y las revises si lo ves necesario, ya que en función de lo que digamos estaremos alentando a nuestro hijo a que desarrolle unas u otras habilidades. Está muy bien decirle “Ten cuidado y obedece a todo” o “Pórtate bien” pero ¿qué le estás enseñando?, ¿qué habilidades piensas que desarrollará con ese mensaje grabado en su mente?

“Tu despedida es la primera clase que recibe tu hijo cada mañana”